Para convertirse en donante habitual o hacer una donación ocasional, no suele ser necesario seguir una dieta concreta; sin embargo, una nutrición adecuada es esencial para mantenerse sano. Al mismo tiempo, es bueno tener en cuenta que hay ciertos alimentos que es mejor evitar antes de donar o tomar inmediatamente después.
Qué comer (y qué no comer) antes de la donación
En las 24 horas previas a la donación, es necesario tomar mucho líquido y comer alimentos bajos en grasa. Esto nos permite no perjudicar la calidad de los componentes sanguíneos extraídos y no alterar los análisis de sangre. El día de la donación se puede desayunar con zumos de fruta bajos o sin azúcar, té y café, galletas secas (sin chocolate ni nata), pan normal y biscotes. Por otro lado, es muy importante evitar todos los productos lácteos y los alimentos a base de huevo; al mismo tiempo, también están prohibidos los embutidos, las salsas, los fritos de cualquier tipo y el alcohol.
¿Qué comer después de la donación?
Después de la extracción de sangre, los donantes pueden consumir cualquier alimento, con la única precaución de evitar los alimentos con alto contenido en grasas, como las carnes muy grasas, los salados, los fritos, los huevos y todos los dulces procesados: esto se debe a que las grasas saturadas son difíciles de digerir y, por tanto, es preferible consumir alimentos nutritivos y de fácil digestión para reponer los componentes perdidos con la muestra de sangre. Por lo tanto, se recomiendan las sopas, las verduras y la fruta para ayudar a la recuperación de líquidos. El alcohol está prohibido, así como el café y las bebidas excitantes. En general, es bueno no excederse en la cantidad de alimentos sólidos ingeridos.
Esto se debe a que comer en exceso hace que el cuerpo extraiga una cantidad considerable de sangre al estómago, y a todo el tracto gastrointestinal, para ayudar a la digestión; esto puede causar dolores de cabeza y náuseas. Además, hay que recordar que se desaconseja encarecidamente fumar después de la donación, ya que provoca problemas de compensación cardiovascular que conducen a importantes bajadas de tensión, incluso a desmayos (lipotimia).
La precaución más importante, sin embargo, es estar bien hidratado: precisamente por la pérdida de líquidos asociada a la toma de sangre, se produce de hecho una deshidratación fisiológica, que podría provocar una hipovolemia más acusada (una mayor caída del volumen sanguíneo), calambres y debilidad general. Por ello, es conveniente evitar las bebidas azucaradas, como la naranjada, los refrescos de cola y las gaseosas, y tomar mucha agua.